sábado, 31 de marzo de 2012

Me sobran preguntas, me faltan respuestas

                                                                             
Hoy el mundo me queda grande. Hoy no tengo ganas de respirar, ni de luchar por seguir adelante. Hoy me siento derrotada. Aunque no quiera, tú puedes conmigo. Y si te siento lejos todo se me hace grande. Pero también pequeño. Estas cuatro paredes que me aprisionan, que atrapan mis ganas de vivir. Esa angustia al mirar la pantalla del móvil durante horas, esperando un mensaje que no llegará nunca. Ese dolor, ese agujero en el pecho al darme cuenta adónde se va todo por lo que hemos luchado. Adónde van todos los buenos recuerdos. Y ahora sólo queda lo malo, el dolor, las lágrimas que no te mereces. Y mi respuesta es el llanto, llanto al ver tu indiferencia, que tu día sigue normal cuando el mío ya ha sido destruido. Llanto al ver que sonríes, hablas y juegas como si no hubiera pasado nada en tu vida. Como si yo solo fuera una parte de ella. Cuando en realidad para mí lo eres todo. Y por mucho que trate de ponerte límites, mi corazón muere si le dejas. O peor, si pierde la electricidad que le mantiene vivo

Papá te quiero

Fuiste mi primera palabra. Fueron tus ojos, tu sonrisa y tu piel. Fue tu forma de ver la vida, tu forma de ser. Fueron los gestos, las expresiones y hasta los gustos. Me lo diste todo hace años y hoy sigues dándomelo. Y no tengo palabras para agradecértelo. Porque tú me has enseñado cosas que no están en los libros, cosas con las que he crecido y que valen más que cualquier día en clase. Me enseñaste a luchar, a mejorarme, a no caer. Tuyo es el orgullo que llevo en el pecho, de ver todos los días llegar a casa con una sonrisa, a pesar de los problemas. Porque tú me has enseñado a empezar de cero un trabajo, a sacar adelante un sueño, a luchar. A ti te debo el camino que he escogido. Me has protegido, te has reído y llorado conmigo en mis caídas.